lunes, junio 05, 2006

Corolario de "Epoca de dar y recibir"

"No deis sólo lo superfluo, dad vuestro corazón..."
Madre Teresa de Calcuta
.
Esta tarde de lunes, volvimos los 3 juntos de nuestras respectivas actividades. Estábamos distendidos, nada nos corría y hasta preferimos de común acuerdo visitar de camino a casa un parque cercano que están acondicionando para los chicos para ver como está quedando. Se podría decir que casi un final feliz para una jornada sin mayores sobresaltos. Hace más de un mes que le compramos a Maxi una cama nueva, de una plaza, como la de los grandes, según él. La que usaba hasta ese momento, paseó desarmada y sin destino fijo por varios lugares de la casa, hasta que desde hace una semana se encontraba depositada detrás de la puerta de entrada, lista para salir de nuestras vidas. Yo pretendía dársela a una vecina y Nico insistía en bajarla y que la recogiera quien la necesitara. Como la semana pasada estuve con mucho trabajo y llegando tarde, me fue imposible golpearle a nuestra vecina. Ella está sola con dos pequeños, una nena un poco mayor que mi hijo y un varón de 18 meses. Es inmigrante como nosotros, creo que es francesa.
Cuando entramos a casa esta tarde, resolví golpearle y preguntarle si quería la famosa camita. ¡Hubieran visto la cara de la mujer! Me invito a entrar a su casa. Un apartamento tan triste que sentí inmediatamente mi corazón replegarse sobre si mismo. Un dormitorio con dos colchones en el piso. Un mobiliario desolador y recompuesto. No puedo evitar pensar cuan rápido sucedió todo para mi familia (me refiero a la emigración). Pensar que tuvimos nuestros ángeles que nos cuidaron, nos dieron una mano y un consuelo cuando más lo necesitábamos y sobre todo, nos protegieron en todo momento.
Enseguida ella aceptó la oferta, alegando su falta de tiempo para procurarle una camita a su pequeño, aunque estoy segura de que es más un tema de dinero que otra cosa. Vino a buscar la desarmada cama y la ayude a llevarla. Cuando vuelvo, mis hombres jugaban en el piso ajenos a toda esta realidad. Le digo a Nico: sé que estas cansado, pero ¿no podrías armarle la camita a esta señora? Refunfuñó un poco (como siempre) pero no se pudo negar al escuchar mi impresionado relato. Contenta, fui a golpearle otra vez. Ella no quería más ayuda, bajo el pretexto de no molestar, pero al no tener las herramientas y al ver que yo le sonreía (en general, cuando sonrío consigo muchas cosas…) no se pudo negar. Volvimos con las partes y a pesar de que Maxi correteaba alrededor de ellas, logramos armarla en menos de 15 minutos. Satisfechos, volvimos a golpear y entregamos la camita a su destinatario.
Si creen que ésta fue nuestra época de dar… están en lo correcto. Si creen que mañana recibiremos por lo de esta tarde… se equivocan. Nuestra época de recibir ya la vivimos y ahora es nuestro turno de devolver (seguramente no a las mismas personas) un poquito de lo mucho que recibimos hace casi ya 2 años. Esta noche, cuando vea descansar a mi hijo en su nueva cama, recordaré que existe también otro chiquillo que estrena cama...
Para terminar, me gustaría decirles que no es generoso quien da lo que le sobra, sino quien ofrece desinteresadamente. Dimos una cama que nos sobraba, pero ofrecimos en ese acto nuestro tiempo y pusimos nuestro corazón en cada uno de los tornillos y en la entrega. Esa es la imagen que quiero que se guarden.

Vero

Ah, por cierto, hoy me sucedió algo fantástico, que quise compartir con alguien que quiero mucho y que siempre me dice cuanto le doy. Sin embargo, me voy a dormir sin poder hacerlo… me pregunto si esto es parte de mi aprendizaje…


Estadisticas de visitas