domingo, junio 11, 2006

Recordando...

Sábado a la mañana. Llueve. Pocas ganas de salir a la calle, pero Maxi está invitado a jugar en casa de un amiguito. Imposible defraudar a los pequeños. No me siento capaz. Lo dejo tan feliz que comprendo que el sacrificio bien vale la pena. Me voy a hacer unos mandados. En un negocio escucho una canción bastante melancólica que alguien acaba de pedir en la emisora. Sólo atino a pensar si será cierto que esa gente que se deprime los días de lluvia, se dan más manija al escuchar este tipo de música. Prosigo mis mandados. A las corridas llego al ómnibus que me trae de vuelta.

Mientras vengo mirando por la ventana, pienso en mi viejita, me refiero a mi abuela Luisa. Ayer por otra razón, pensé en ella también. Era para ilustrarle a alguien como era. Me da gusto recordarla como lo hago. Con alegría. Así era ella, una tipa alegre, por más que ya he escrito que no tuvo una vida fácil. Viene a mi mente, uno de los viajes que hicimos juntas. Fuimos a Santiago de Chile en excursión terrestre pasando por Mendoza. Hablo de abril de 1994. Recuerdo que a la salida, pero cuando ya no era posible hacer nada al respecto, me comenta que se había olvidado de alguno de sus medicamentos. Típico de ella, era un tanto despreocupada para esas cosas. “No te hagas problema Nonita, ya nos arreglaremos”. Por suerte, nada sucedió, Dios le había asignado su ángel para que la protegiera y él cumplió su trabajo a la perfección (aunque siempre pienso que debía de quedar agotado o en todo caso tener más de uno!).

El cruce de la cordillera me ponía un tanto nerviosa (a mi, a ella no, claro). Por varios motivos. Entre ellos cito algunos. Que hubiese nevado tanto como para que la ruta estuviese bloqueada y eso nos impidiera cruzar. La sinuosa ruta, a medida que avanzábamos se observaban pequeños recordatorios de gente que había perdido la vida allí… piensen el resto. Y lo que más me preocupaba, me habían dicho que tenia que tener cuidado con la veterana porque cuando hiciéramos migración para entrar a Chile, estaríamos en una zona bastante elevada sobre el nivel del mar y eso podía hacer que ella se sintiera mal. No era una piba, eso era obvio para todos.

Llegamos y nos hicieron descender a todos. No recuerdo bien cuan elevados sobre el nivel de mar estábamos. Teníamos que caminar unos cuantos metros pues cada uno debía hacer su propio trámite de entrada al país. Yo tenía 20 años y una excelente condición física (¡no la de ahora!). Ella tenía 72 (a ojímetro mío) y muchos Km. más recorridos. Nos habían dicho que lo tomáramos con calma, que no corriéramos sino que camináramos inspirando y exhalando bien. ¿Qué sucedió? Lo obvio, Murphy de por medio. A mí, se me dio vuelta el mundo mareándome como la mejor y casi caigo en el medio de la caminata. Ella estaba fenomenal, caminaba como si nada. Se mataba de la risa y me decía: “Mira las montañas aquellas y mira las otras. ¿Decime el Aconcagua será éste o aquel?” Superado el evento, hicimos nuestros correspondientes trámites y volvimos a paso de tortuga al bus. No por ella, sino porque yo arrastraba mis huesos.

Durante nuestro viaje, nunca se perdió ni un sólo paseo. Comió y degustó todas las comidas habidas y por haber. Jamás se sintió mal o se descompuso. Siempre de buen humor. Nunca estaba cansada. Siempre tenia la picardía justa que el momento ameritaba. Los compañeros de viaje la apreciaron mucho por su buena disposición.

La verdad es que fue una abuela de fierro. Como muchas que andan por allí, como me gustaría a mí ser, llegado el caso (aunque claro me faltan muchos años que conste!).
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Mientras llego a destino, recuerdo que le pedí a papá que me scanneara una foto de ese viaje que ella tenia en su casa.

Ha llegado mi tiempo de compartirla…

Vero

2 Comments:

At 7:26 a. m., Anonymous Anónimo said...

Qué lindo que la recuerdes con alegría!
Era tal cual la describís: alegre, optimista, de fierro.
Siempre al firme junto a ustedes. Me consta.
Y desde donde esté, siempre los va a acompañar.
Un beso grande.
Brenda

 
At 6:35 p. m., Blogger VeroMontreal said...

Hola Brenda!!
Uno tiende a exagerar los sentimientos hacia las personas que ya no están más con nosotros, por eso me alegra enormemente que tú que la conociste tenés el mismo recuerdo que yo.

Muchos besos para tí también,

y como siempre agradecerte tu participación.

Vero

 

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