lunes, agosto 14, 2006

11 de agosto

Hace rato que me vengo masoqueando acerca de qué voy a escribir en el blog en un día como hoy. Sucede que si hoy me sintiese diferente, entonces seria mas fácil saber qué es lo que uno desea transmitir, pero como no es el caso, descarto una y otra idea desde hace varios días ya. Esperé a ver como me levantaba esta mañana y como el sentir es el mismo, la cosa se me vuelve aun más difícil. Soy una persona que se lleva por las fechas, siempre recuerdo todos los cumpleaños y fechas de bodas y de compromisos de todos los que me rodean. Llamo a eso la memoria inútil, pues con una agenda se resuelve todo fantásticamente y yo ando aquí gastando memoria ram de mi propia memoria en acordarme de todas esas fechas. Toda esta introducción para decirles que hace ya dos años, un 11 de agosto de 2004, llegábamos los tres y la gata a Montreal…

Esto lo escribí en la mañana de este último viernes. Son tantas las anécdotas y los recuerdos que me gustaría compartir con ustedes, que a la hora de elegir con cuales me quedaba se me hizo muy difícil. Decidí dejarlo entonces para otro momento. Un momento que no estuviese cargado de tanta emoción, de esa que sentí esa mañana. Han pasado ya unos días. Y lo más importante de esa jornada, lo sigo creyendo, lo sigo sintiendo. Creo en nuestra inserción en otra sociedad, ni mejor ni peor que la que provenimos, sino distinta, con sus aciertos y sus errores. Los que me conocen me han escuchado decir muchas veces que creo firmemente que no existe paraíso en esta tierra, pero sin embargo no dejo de reconocer todo lo que este lugar nos ha proveído. Y no hablo solamente de lo económico, aunque quizás debería, pues en realidad somos emigrantes económicos y no políticos. Así que en definitiva no está mal haber logrado lo que conseguimos en dos años. Nadie nos regaló nada, pero muchos nos dieron una buena mano, sino las dos. Nadie nos consiguió nada, pero muchos otros nos acercaron a sus familias. Nadie nos enseñó nada, pero muchos compartieron con nosotros sus experiencias, las buenas y las malas. Veo, perdón, siento, nuestra inmigración como exitosa. Los tres podemos, sin duda alguna, llegar a más, pero debo reconocer que hemos trabajado arduamente y hemos recorrido nuestro buen trecho. Cierto es, que la suerte también nos acompaña. O los ángeles o quizás sencillamente las buenas personas con las que nos hemos topado.

Emigrar nunca fue una decisión fácil de tomar. Intuíamos lo que perderíamos al irnos (créanme que lo perdimos) pero también sospechábamos lo que ganaríamos (créanme también que lo hemos logrado). Dejar tu propio país, y sobre todo tus afectos, por tratar de alcanzar otras expectativas, es toda una experiencia. Llegar a una ciudad que nunca pisaste y donde no conoces a nadie, es toda una aventura. No sé que nos deparará la vida, ni si el mes que viene, seguiré viviendo aquí o me habré vuelto. Solo sé que esto, hacer el intento, era algo que nos debíamos. No me creo ganadora, solo creo que hice una buena jugada. La partida aun no acaba y por suerte, no sabemos lo que el resto del juego nos reserva. Mientras tanto, al igual que las partidas, nuestra vida continúa…

Vero

2 Comments:

At 3:30 p. m., Anonymous Anónimo said...

Es cierto. La emigración es difícil y es todo un desafío.
Tiene que haber cierto grado de valentía y también de necesidad para hacerlo.
En todos nuestros actos generalmente ganamos algunas cosas y perdemos otras, pero lo importante es arriesgar, es hacer el intento, y creo que ustedes reunieron todo eso y lograron cosas importantes.
En cuanto a los afectos que dejaron, y bueno, qué decirles??
Cuando les venga la nostalgia se dan la vueltita por aquí y siempre los estaremos esperando y recibiendo con mucha alegría.
Muchos besos.
Brenda

 
At 3:48 p. m., Blogger VeroMontreal said...

Querida Brenda,
como siempre un placer leer tus comentarios!

Muchas gracias,

Vero

 

Publicar un comentario

<< Home


Estadisticas de visitas