lunes, abril 03, 2006

Intercambios

Desde hace un buen tiempo ya, intercambiaban correos electrónicos como quien se lava los dientes luego de cada comida. Con esto quiero decir que ya era una costumbre instaurada. Para que lo visualicen, podría darles la analogía con el zorro domesticado por El Principito (de Saint-Exupéry). El primero que arribaba, se hacia notar. Dos frases alcanzaban, no era necesario más. Ya no podían estar sin saber del otro. Y esto no implicaba nada. Algo más grande los unía y a la vez no caminaban en iguales direcciones. Ni siquiera un proyecto común. Sólo una inexplicable empatía inicial parecía ser la causa de la continuidad de sus intercambios. Al punto tal que eran tan, pero tan corteses que prevenían al otro en caso de ausencia. Nunca sus ojos se habían cruzado, aunque es justo decir que al principio habían fantaseado con el aspecto físico del otro. Pero allí no estaba lo importante, sus almas habían intercambiado cosas mucho más profundas. Perteneciendo a mundos diferentes, se maravillaban al compartir tantos valores y descubrir las mismas esencialidades comunes. Ni que hablar de la sensibilidad que poseían, que creo era su puente de conexión. No existía tema censurado entre ellos. Comentaban sobre sus amores y hasta lo que esperaban de sus hijos. Pero eso era todo. Ambos sabían que no había nada más allá de todo eso. Bueno, si, quizás si. Habían aprendido a leer emociones y pesares en el otro. A compartir esos días en que todo parece sin salida. A intercambiar fechas, actos y actitudes importantes junto con sus consecuencias. A apoyarse en las buenas y en las malas. A alegrarse del éxito del otro, a entristecerse con el fracaso ajeno. A opinar en las cuestiones (fuesen las que fuesen) del otro. Trabajaban duramente. Y hasta a veces bajo la misma bandera. Corrían como locos en la vorágine propia de sus vidas. Pero mientras eso sucedía, sabían que el otro estaba del otro lado. Eso los animaba. Se hacían cargo de lo que habían domesticado y más aún, eran responsables de la flor que habían cultivado y cuidado con tanto esmero. En fin, si creo que tenían algo estos seres, algo muy importante fluía entre ellos, tenían su flor: poseían su amistad.

Vero

6 Comments:

At 4:19 p. m., Anonymous Anónimo said...

Eso se llama "afinidad".
Y para que ésta exista, no es necesario caminar en la misma dirección ni tener proyectos comunes, tal como lo decís tú.
Lo que une al ser humano es lo que está adentro.
Son los sentimientos y la sensibilidad de cada uno de ellos.
Es llegar a cultivar esa flor que engendra la amistad.
Muy linda tu publicación!!
Besos.
Brenda

 
At 5:35 p. m., Blogger VeroMontreal said...

Tenes razon, quiza eso defina como afinidad.
Lo importante, mas aca y mas alla de cualquier definicion que podamos atribuirle, es el sentido de la AMISTAD.
Gracias amiga mia,
Vero

 
At 9:04 p. m., Anonymous Anónimo said...

Hola... esta noche muero asfixiado. Es la tercera vez que me quedo sin aliento... El Principito... banderas... Llené de pinceladas la ventana, y no pude apenas ver la suya con claridad. El pincel me relajaba, pues al amanecer me aguardaba el campo de batalla, junto a Juana de Arcos, Agustina de Aragón, Carmen de Merimée, o Mariana de Pineda... No sé, no sé con quién compartir la cruzada, cómo pintarla; todas me gustan “pardiez”.
Besos

 
At 9:26 p. m., Blogger VeroMontreal said...

Hola Lobo, quizás una de las cosas más sublimes de la amistad es que no existe la elección. No hay porqué elegir. Todo se da y todo se recibe, nada se espera a cambio.

Eso si, trata de no morir, espero que tu corazón lobezno resista algunos post más...

Besos

Vero

 
At 10:34 a. m., Blogger Viv. said...

Hola Vero, me sentí muy identificada con lo que escribiste; hay mucho por mirar del otro lado, es algo más que virtual. Abrazo!

 
At 11:12 a. m., Blogger VeroMontreal said...

Hola b-berrie,
totalmente de acuerdo, hay mucho por mirar del otro lado!

Gracias por tu visita.

Abrazo para ti también

Vero

 

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