viernes, marzo 24, 2006

Re-puesta

Luego del tiempo que me he tomado para asimilar las bellas palabras proferidas por mi hermana, no es nada fácil terminar lo iniciado y sentarse a escribir. Comprenderán que existen muchos sentimientos de ida y vuelta, por suerte, además de una gran y hermosa convivencia de casi 20 años. Intentar plasmar esto y mucho más es una tarea digamos casi imposible. Pero me gustaría resaltar la posibilidad enorme que nos da esto de comunicarnos. La comunicación establecida entre los seres humanos, sea a través de la palabra escrita o por vía oral, siempre me ha fascinado (quizás ahora comprendan mi necesidad de transmitir, de comunicar). Me recuerda también, cuanto hay que decirles a quienes nos rodean cuanto los queremos y cuan importantes son en nuestras vidas. Estamos siempre tan apurados que no tenemos tiempo de pasar y dejar un beso que dice tanto en aquel que esta sentado mirando la televisión. Podría seguir un extenso rato más, pero prefiero tomar mi tarea de madre-hermana (tan acertadamente definida por Lucía y que no abandono a pesar de la distancia) y regalarles algo que leí hace unos días.
¡Que lo disfruten!

Vero


El árbol de los amigos
Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino. Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar, más otras apenas las vemos entre un paso y otro. A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.
Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos. El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá y nos muestran lo que es la vida. Después vienen los amigos hermanos, con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros. Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.
Más el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino. A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón. Son sinceros, son verdaderos. Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace felices. Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón y entonces es llamado un amigo enamorado. Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies.
Más también hay de aquellos amigos por un tiempo, tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas. Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que estamos cerca. Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes, aquellos que están en la punta de las ramas y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra. El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones. Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca, alimentando nuestra raíz con alegría. Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino. Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad. Hoy y siempre. Simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrá de los que no nos dejarán nada. Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.

Como desconozco a su autor y por si quieren leer más, les cuento que esto sale de un portal literario de poemas y relatos, aqui les cito la fuente de Internet: http://www.poemasyrelatos.net. La imagen es una pintura de Carlos Catasse que escogi para ilustrar el relato.
.
.
Aclaración muy pertinente, 04 Abril 2006: El Árbol de los Amigos - autor desconocido - atribuido incorrectamente a Jorge Luis Borges.
Gracias Gonzalo por hacermelo llegar!


Estadisticas de visitas