Se dice de mí…

Cuando me hacen precisiones sobre mi vida, sobre como me ven o me sienten, tengo afortunadamente la tendencia a escuchar. Estaré o no de acuerdo, rebatiré o aceptaré los comentarios, pero es seguro que los tomo en cuenta porque sé que salen del corazón. Cuando estos mensajes comienzan a repetirse, desde distintas personas, hago un alto y me observo con más detenimiento. He aquí mis conclusiones, mis pensamientos, mis sentimientos todos...
Dicen que escribo porque extraño. Que se trasluce de mis post. Que huelen a nostalgia. Que me vendría bien una vuelta por mis pagos. Claro que quiero ver a los míos, y a los otros y a los de nadie. Conversar largas horas con mis amigas y mis hermanos. Y contemplar mi mar y marchar por mi rambla. Y recorrer mí 8 de Octubre. Y sentir mis olores. Y comer mi comida. Ese asado que provoca disputas por ver cual quedo más rico, si el de mi papá o el de Marcos. Esa torta helada de mi suegra. O esos inventos sabrosamente fantásticos que mi vieja hace en 30 nano segundos y con cualquier cosa que encuentra en la heladera...
Mis queridos, están perdiendo perspectiva. No se dan cuenta de que estoy en uno de mis mejores momentos. Sólo me han leído puntualmente y no me han sentido más allá de lo concreto de mis posts. Es que yo funciono al revés de mucha gente. Hay que temer a mis silencios y no a mis palabras. Cuando el sentimiento es muy grande o el dolor muy intenso, soy incapaz de comunicarlo.
Es cierto, actualmente atravieso un momento muy reflexivo, y al tantas cosas dar vueltas por mi mente y mi corazón, salen las cosas que leen. No deben de preocuparse. Yo estoy feliz. Soy feliz. Esto es parte de lo que elegí. Sabia que iba a tener que vivir alejada de mis afectos, recién ahora es cuando comprendo todas las implicaciones que eso tiene. Por eso, estoy más cerca que nunca. En esta manera que descubrí, que les propuse y que poco a poco comienzan a aceptar. Insisto, me siento bien. Es más desbordo de energía, esa que transmito, esa que sienten. Lo saben bien, varios también me lo han dicho ya. Mi cuerpo me calza a la perfección. Mi alma nuevamente encontró los correctos engranajes que la hacen funcionar. Y mi corazón salió de su letargo, volviendo a latir…

Vero

.

Gracias a aquellas personas que se interesaron por mi estado de ánimo, permitiéndome una vez más sentirlos tan cerca! Por cierto, ¿quién sabe, quizás nos encontramos en Montevideo antes de lo que todos pensamos, no?