martes, octubre 03, 2006

Casualidad, Dios, Destino o como más nos guste llamarlo

Convencida estoy, desde hace muchos años ya, que cuando nos llega la hora de morir, no hay poder natural o sobrenatural sobre esta tierra que nos salve. Y vayan mis respetos para quienes creen que la muerte está determinada por un supremo Dios (llamen como lo llamen).

El sábado pasado, 20 metros de un viaducto que comunica la ciudad de Montreal con Laval, utilizado frecuentemente por muchos para entrar y salir de la isla, se desplomó. En una ejercicio imaginativo, para que se den cuenta de lo que digo, es como en los dibujitos animados cuando una parte del puente desaparece de tu horizonte cayendo sobre los autos que pasan debajo. Lamentablemente, y como muchas veces, la realidad supera la ficción y eso fue lo que sucedió aquí. Quedaron atrapados, perdón aplastados, dos autos que por allí circulaban. Murieron 5 personas. De las que pasaban por arriba, 6 cayeron al vacío dentro de sus coches, 4 están bastante graves pero con buenas posibilidades de recuperación.

Por supuesto que muchas hipótesis se manejan al mismo tiempo, como errores en los materiales y mismo en el diseño del viaducto. Continuamente se están buscando culpables y por supuesto nadie deja de pensar que si hubiese sido un dia de semana y a la hora pico, estaríamos hablando de un desastre superior que hubiese elevado a la enésima potencia la pérdida de vidas humanas.

Tuve oportunidad de escuchar a una testigo que contó como vió que la moto que iba delante de ella caía al vacío. Rápidamente pudo maniobrar y evitar caer, haciendo movimientos que impidieron que otros conductores cayeran también. Lo impresionante de esta persona es que dice que en todo momento pensaba en sus 4 hijos y eso fue lo que le otorgó poder de reacción y se salvó.

Pero mi remoloneo interno no pasa ni por buscar responsables ni por los sobrevivientes. Pasa por estar en el lugar indicado a la hora establecida. Imposible evitar pensar que para esas personas su hora estaba predestinada y no existió poder sobre esta tierra capaz de revertir eso. Pensar que uno puede morir de una y mil maneras, pero ¿aplastado por una cantidad de cemento caído del cielo? Parece broma.

Sea lo que sea que me esté reservado, a la hora y en el momento asignados, sólo ruego por que los que me rodean no sufran demasiado.
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Vero


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