Mientras escribo me río sola, aunque lo que les contaré es tragi-cómico. En la tarde-noche de ayer empecé a escribir algo para el blog. Luego, como me quedó inconcluso, lo dejé para terminar hoy y así poder postearlo. No pensé que sucedería esta mañana algo que se relacionara con ese escrito y que así encontrara la vuelta que le estaba buscando.
Todo este discurso viene en parte, a que por segunda vez desde que vivo en Montreal, una persona decide suicidarse frente a mí. La primera vez fue en febrero de este 2006 y la segunda esta mañana. Lo peor, como les comentaba, es que ayer escribía un post sobre dos chicos adolescentes de 14 años que hicieron un pacto y se suicidaron juntos la semana pasada. El diario que leo todas las mañanas, inició una encuesta preguntando si seríamos capaces de reconocer las tendencias suicidas en alguna persona de nuestro entorno (familiar o amigo) y la respuesta me heló. Un 50 % respondió que si, la otra mitad dijo ser incapaz de reconocer esos síntomas. Quiero creer que yo si seré capaz de reconocer estas tendencias en alguien cercano, pero no puedo evitar preguntarme si no estamos tan metidos en nuestros problemas cotideanos como para a veces no ser capaces de darnos cuenta que alguien nos necesita y mucho. A veces es sólo un llamado de atención y en realidad la persona lo único que desea es captar justamente eso, la atención de los demás. Otras veces, el dolor es tan grande que pareciera que nunca acabará y que la única salida para no sufrir más es esa. No recuerdo ahora quien decía: “cuando una puerta se cierra, otra se abre”. Y eso es lo que creo que no son capaces de ver, cegados claro por tanto dolor.
Es bien sabido, que soy una persona muy observadora... a menos que venga en mi magi-mundo de pensamientos, en donde todo puede suceder a mi alrededor y yo ni percatarme de ello. Esta mañana, a diferencia de la otra vez, venia en mi magi-mundo, trancada con unos pensamientos y unos sentimientos que me persiguen desde hace un tiempo, en un vano intento por comprender la naturaleza humana. La otra vez, venía atenta a todo cuanto pasaba a mi alrededor. Y así fue como mis ojos se cruzaron con los de él y me sentí de lo más impotente al no poder hacer nada. Varias personas con las que discutí sobre este asunto me respondieron lo mismo, no hay nada que uno pueda hacer, la decisión ya estaba tomada, no fuiste elegida sólo prestabas atención a tu alrededor, y otros argumentos como para minimizar mi trauma post “suicidio de un desconocido en el metro”. Aceptando todo esto, no puedo dejar de preguntarme entonces porqué me encontraba yo en el momento y en el lugar incorrecto. Si tan sólo hubiese llegado medio minuto más tarde, no habría visto nada. Pero claro, dos veces, es demasiado, ¿no creen?
Quiero creer que todo en la vida sucede por algún motivo. Que nada es casual y que todo tiene un fin, una razón. Aunque sea difícil de entender, aunque sea terriblemente difícil de asimilar. ¿Por qué algunos eventos nos suceden en determinados momentos y no en otros? Imagino que en esta escuela permanente que es la vida, hay distintos bancos por los que pasar para aprender. Y aclaro que prefiero pensar así, en una suerte de autodefensa, porque sino creo que enloquecería. Si pensara que los eventos se suceden sin patrón ninguno, en la mejor entropía existente en este universo, entonces no podría soportarlo. Necesito encontrar explicaciones a cosas que quizás al resto de los mortales no les interese saber o no les preocupe. Algunas son casi sin importancia, de esas con las que podemos vivir sin saber el porqué, otras son medianamente importantes y finalmente encontramos las que catalogo como trascendentales. Por ejemplo, no quiero pensar que estos eventos han sucedido frente a mí por nada. Atravesando como les decía en mi post anterior, un grave conflicto interno, que han tenido que soportar estos últimos tiempos los dos pobres que conviven conmigo, me doy cuenta de que un cambio se impone en mi vida. Ya aprendí. Aprendí que a pesar de no comprender aun muchos hechos debo continuar, que aun hay muchas otras cosas reservadas para mi y que me queda un largo camino por recorrer. Hoy decido volver. No a ser la misma de antes porque eso es imposible. Siendo otra, una que aprendió en el camino que nada sucede por nada y que a pesar de todo la vida merece ser vivida al máximo, en el error y en el acierto.
Vero