miércoles, junio 14, 2006

La gente que me gusta


Primero que todo
Me gusta la gente que vibra,
que no hay que empujarla,
que no hay que decirle que haga las cosas,
sino que sabe lo que hay que hacer y
que lo hace en menos tiempo de lo esperado.

Me gusta la gente con capacidad
para medir las consecuencias de sus acciones,
la gente que no deja las soluciones al azar.

Me gusta la gente estricta
con su gente y consigo misma,
pero que no pierda de vista
que somos humanos y nos podemos equivocar.

Me gusta la gente que piensa
que el trabajo en equipo entre amigos,
produce más que los caóticos esfuerzos individuales.

Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría.

Me gusta la gente sincera y franca,
capaz de oponerse con argumentos serenos y razonables
a las decisiones de un jefe.

Me gusta la gente de criterio, la que no traga entero,
la que no se avergüenza de reconocer que no sabe algo
o que se equivocó,

Me gusta la gente que al aceptar sus errores,
se esfuerza genuinamente
por no volver a cometerlos.

Me gusta la gente capaz de criticarme
constructivamente y de frente,
a estos los llamo mis amigos.

Me gusta la gente fiel y persistente,
que no fallece cuando
de alcanzar objetivos e ideas se trata.

Me gusta la gente que trabaja por resultados.

Con gente como esa,
me comprometo a lo que sea,
ya que con haber tenido esa gente a mi lado
me doy por bien retribuido.

Mario Benedetti

martes, junio 13, 2006

Euforias

Frecuentemente me sucede que mis palabras brotan con una facilidad asombrosa cuanto más enojada o más contenta estoy. Supongo que a eso muchos escritores le llaman inspiración. Puedo escribir de lo que sea en tiempos normales, o sea cuando no estoy en esos eufóricos períodos. Pero a veces, me siento tentada de escribir cuando me encuentro en esas cúspides. Sólo para sacar para afuera tanto dolor, tanta rabia incluso tanta alegría contenida. Lo mejor sucede cuando tengo el tiempo y el lugar, y lo hago, es increíble como en menos de 5 minutos reloj tengo un texto. Luego, un ejercicio que me encanta, es releerme cuando la calma volvió a mí ser. Puedo llegar a sentir nuevamente ese estado que propició esas palabras. Con el paso del tiempo (en general escasos minutos), muchas veces constato que se me va la mano. Es decir, exagero un tanto mis euforias, pero ¿quién no? De todas maneras, es un buen ejercicio. Saco para afuera todo ese sentimiento (sin lastimar a nadie pues escribo para mí), luego me coloco en perspectiva (o sea me leo) y finalmente estoy en condiciones de asumir mi emoción, sea buena o mala. Me ayuda a superar esa instancia tan especial, que en ese preciso momento parece que nunca acabará y que permanecerá por siempre. Tanto que cuando lo releo ya se fue.

Como ahora, ya está. Recibí una excelente noticia. Luego, por otra situación, me sentí frustrada y mucho. En un lapso bastante breve, pasé de un estado al otro. ¿Lo que hice? Es lo que acaban de leer, lo escribí. Pero ya está, ya se fue. Vuelvo a mi estado de aparente calma. Soy yo de nuevo. Prueben, puede ser un buen ejercicio…. y lo mejor no le tiran a nadie nada por la cabeza. JA!

Vero

PD: no en vano me gané el apodo de calderita de lata, eh?? ¿Qué se creen? ¡De algún lado salió eso!

lunes, junio 12, 2006

Castillos en el aire

Todos los días
tu y yo construimos,
mucho o poco,
en el aire o en tierra firme,
con locura o con cordura,
con razón o con amor,
mágicamente o en su ausencia…

Y en esta conexión que logramos,
prendados en este encantador hechizo
a pesar de todo este tiempo juntos,
inevitables decisiones e importantes
elecciones nos han acompañado,
permaneciendo increíblemente involucrados…

Así soñamos y proyectamos
mi vida y la tuya
pero más aún la nuestra,
aunque a veces, pero sólo a veces,
tengas la impresión de
que sean más que nada,
castillos en el aire…

Vero


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Castillos en el aire, Alberto Cortez

"Quiso volar igual que las gaviotas,
libre en el aire, por el aire libre
y los demás dijeron, ""¡pobre idiota,
no sabe que volar es imposible!"".

Mas él alzó sus sueños hacia el cielo
y poco a poco, fue ganando altura
y los demás, quedaron en el suelo
guardando la cordura.

Y construyó, castillos en aire
a pleno sol, con nubes de algodón,
en un lugar, adonde nunca nadie
pudo llegar usando la razón.

Y construyó ventanas fabulosas,
llenas de luz, de magia y de color
y convocó al duende de las cosas
que tiene mucho que ver con el amor.

En los demás, al verlo tan dichoso,
cundió la alarma, se dictaron normas,
""No vaya a ser que fuera contagioso...""
tratar de ser feliz de aquella forma.

La conclusión, es clara y contundente,
lo condenaron por su chifladura
a convivir de nuevo con la gente,
vestido de cordura.

Por construir castillos en el aire
a pleno sol, con nubes de algodón
en un lugar, adonde nunca nadie
pudo llegar usando la razón.

Y por abrir ventanas fabulosas,
llenas de luz, de magia y de color
y convocar al duende de las cosas
que tienen mucho que ver con el amor.

Acaba aquí la historia del idiota
que por el aire, como el aire libre,
quiso volar igual que las gaviotas...,
pero eso es imposible..., ¿o no?..."

domingo, junio 11, 2006

Recordando...

Sábado a la mañana. Llueve. Pocas ganas de salir a la calle, pero Maxi está invitado a jugar en casa de un amiguito. Imposible defraudar a los pequeños. No me siento capaz. Lo dejo tan feliz que comprendo que el sacrificio bien vale la pena. Me voy a hacer unos mandados. En un negocio escucho una canción bastante melancólica que alguien acaba de pedir en la emisora. Sólo atino a pensar si será cierto que esa gente que se deprime los días de lluvia, se dan más manija al escuchar este tipo de música. Prosigo mis mandados. A las corridas llego al ómnibus que me trae de vuelta.

Mientras vengo mirando por la ventana, pienso en mi viejita, me refiero a mi abuela Luisa. Ayer por otra razón, pensé en ella también. Era para ilustrarle a alguien como era. Me da gusto recordarla como lo hago. Con alegría. Así era ella, una tipa alegre, por más que ya he escrito que no tuvo una vida fácil. Viene a mi mente, uno de los viajes que hicimos juntas. Fuimos a Santiago de Chile en excursión terrestre pasando por Mendoza. Hablo de abril de 1994. Recuerdo que a la salida, pero cuando ya no era posible hacer nada al respecto, me comenta que se había olvidado de alguno de sus medicamentos. Típico de ella, era un tanto despreocupada para esas cosas. “No te hagas problema Nonita, ya nos arreglaremos”. Por suerte, nada sucedió, Dios le había asignado su ángel para que la protegiera y él cumplió su trabajo a la perfección (aunque siempre pienso que debía de quedar agotado o en todo caso tener más de uno!).

El cruce de la cordillera me ponía un tanto nerviosa (a mi, a ella no, claro). Por varios motivos. Entre ellos cito algunos. Que hubiese nevado tanto como para que la ruta estuviese bloqueada y eso nos impidiera cruzar. La sinuosa ruta, a medida que avanzábamos se observaban pequeños recordatorios de gente que había perdido la vida allí… piensen el resto. Y lo que más me preocupaba, me habían dicho que tenia que tener cuidado con la veterana porque cuando hiciéramos migración para entrar a Chile, estaríamos en una zona bastante elevada sobre el nivel del mar y eso podía hacer que ella se sintiera mal. No era una piba, eso era obvio para todos.

Llegamos y nos hicieron descender a todos. No recuerdo bien cuan elevados sobre el nivel de mar estábamos. Teníamos que caminar unos cuantos metros pues cada uno debía hacer su propio trámite de entrada al país. Yo tenía 20 años y una excelente condición física (¡no la de ahora!). Ella tenía 72 (a ojímetro mío) y muchos Km. más recorridos. Nos habían dicho que lo tomáramos con calma, que no corriéramos sino que camináramos inspirando y exhalando bien. ¿Qué sucedió? Lo obvio, Murphy de por medio. A mí, se me dio vuelta el mundo mareándome como la mejor y casi caigo en el medio de la caminata. Ella estaba fenomenal, caminaba como si nada. Se mataba de la risa y me decía: “Mira las montañas aquellas y mira las otras. ¿Decime el Aconcagua será éste o aquel?” Superado el evento, hicimos nuestros correspondientes trámites y volvimos a paso de tortuga al bus. No por ella, sino porque yo arrastraba mis huesos.

Durante nuestro viaje, nunca se perdió ni un sólo paseo. Comió y degustó todas las comidas habidas y por haber. Jamás se sintió mal o se descompuso. Siempre de buen humor. Nunca estaba cansada. Siempre tenia la picardía justa que el momento ameritaba. Los compañeros de viaje la apreciaron mucho por su buena disposición.

La verdad es que fue una abuela de fierro. Como muchas que andan por allí, como me gustaría a mí ser, llegado el caso (aunque claro me faltan muchos años que conste!).
.
Mientras llego a destino, recuerdo que le pedí a papá que me scanneara una foto de ese viaje que ella tenia en su casa.

Ha llegado mi tiempo de compartirla…

Vero

lunes, junio 05, 2006

Corolario de "Epoca de dar y recibir"

"No deis sólo lo superfluo, dad vuestro corazón..."
Madre Teresa de Calcuta
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Esta tarde de lunes, volvimos los 3 juntos de nuestras respectivas actividades. Estábamos distendidos, nada nos corría y hasta preferimos de común acuerdo visitar de camino a casa un parque cercano que están acondicionando para los chicos para ver como está quedando. Se podría decir que casi un final feliz para una jornada sin mayores sobresaltos. Hace más de un mes que le compramos a Maxi una cama nueva, de una plaza, como la de los grandes, según él. La que usaba hasta ese momento, paseó desarmada y sin destino fijo por varios lugares de la casa, hasta que desde hace una semana se encontraba depositada detrás de la puerta de entrada, lista para salir de nuestras vidas. Yo pretendía dársela a una vecina y Nico insistía en bajarla y que la recogiera quien la necesitara. Como la semana pasada estuve con mucho trabajo y llegando tarde, me fue imposible golpearle a nuestra vecina. Ella está sola con dos pequeños, una nena un poco mayor que mi hijo y un varón de 18 meses. Es inmigrante como nosotros, creo que es francesa.
Cuando entramos a casa esta tarde, resolví golpearle y preguntarle si quería la famosa camita. ¡Hubieran visto la cara de la mujer! Me invito a entrar a su casa. Un apartamento tan triste que sentí inmediatamente mi corazón replegarse sobre si mismo. Un dormitorio con dos colchones en el piso. Un mobiliario desolador y recompuesto. No puedo evitar pensar cuan rápido sucedió todo para mi familia (me refiero a la emigración). Pensar que tuvimos nuestros ángeles que nos cuidaron, nos dieron una mano y un consuelo cuando más lo necesitábamos y sobre todo, nos protegieron en todo momento.
Enseguida ella aceptó la oferta, alegando su falta de tiempo para procurarle una camita a su pequeño, aunque estoy segura de que es más un tema de dinero que otra cosa. Vino a buscar la desarmada cama y la ayude a llevarla. Cuando vuelvo, mis hombres jugaban en el piso ajenos a toda esta realidad. Le digo a Nico: sé que estas cansado, pero ¿no podrías armarle la camita a esta señora? Refunfuñó un poco (como siempre) pero no se pudo negar al escuchar mi impresionado relato. Contenta, fui a golpearle otra vez. Ella no quería más ayuda, bajo el pretexto de no molestar, pero al no tener las herramientas y al ver que yo le sonreía (en general, cuando sonrío consigo muchas cosas…) no se pudo negar. Volvimos con las partes y a pesar de que Maxi correteaba alrededor de ellas, logramos armarla en menos de 15 minutos. Satisfechos, volvimos a golpear y entregamos la camita a su destinatario.
Si creen que ésta fue nuestra época de dar… están en lo correcto. Si creen que mañana recibiremos por lo de esta tarde… se equivocan. Nuestra época de recibir ya la vivimos y ahora es nuestro turno de devolver (seguramente no a las mismas personas) un poquito de lo mucho que recibimos hace casi ya 2 años. Esta noche, cuando vea descansar a mi hijo en su nueva cama, recordaré que existe también otro chiquillo que estrena cama...
Para terminar, me gustaría decirles que no es generoso quien da lo que le sobra, sino quien ofrece desinteresadamente. Dimos una cama que nos sobraba, pero ofrecimos en ese acto nuestro tiempo y pusimos nuestro corazón en cada uno de los tornillos y en la entrega. Esa es la imagen que quiero que se guarden.

Vero

Ah, por cierto, hoy me sucedió algo fantástico, que quise compartir con alguien que quiero mucho y que siempre me dice cuanto le doy. Sin embargo, me voy a dormir sin poder hacerlo… me pregunto si esto es parte de mi aprendizaje…

Época de dar y de recibir

Hay un tiempo para todo y un momento justo, casi predeterminado, en el que debemos comenzar a hacerlo. No puedo decir cuando comenzó, aunque tengo la sensación de que siempre estuvo allí. Que es parte de mí, desde mis albores. Es la segunda vez, en muy corto tiempo, que alguien me dice que doy mucho, que recibo menos y lo más importante desean saber cómo manejo esta situación, me refiero a las desilusiones que sobrevienen cuando uno siente que da más de lo que recibe. Dar y recibir es la misma cosa, y el que da esperando recibir equivoca la salida. No podrá recibir si cree que tendrá que dar algo a cambio. La felicidad de dar trae (no simultáneamente, sino luego), la felicidad de recibir, sin que esto implique que uno recibirá necesariamente de la misma persona a la que le ofreció algo. Hay que saber dar, hay que aprender a recibir. Me refiero por ejemplo, a cuando salimos apurados en la mañana y nos llevamos a todos los que se nos cruzan en el camino. En vez de caminarlos por arriba, si tan sólo aminoramos el paso y sonreímos, ¿no notamos que nuestro día es ligeramente mejor? Regalar una sonrisa, ofrecer un abrazo, sostener una puerta, dar los buenos días, acariciar tiernamente un niño, consolar a nuestra amiga, sostener a nuestro amigo, cosas tan insignificantes que damos (algunos) sin esperar nada a cambio. Cuando esos mínimos gestos me son retribuidos, mi corazón estalla de felicidad. No porque lo haya hecho esperando retribución ninguna, sino porque significa que no estoy sola en esta cruzada, que mi lucha no es única y que hay muchas almas por allí que comparten mi misma manera de ver, y tal vez de aceptar, este mundo.

¿Si alguna vez me siento defraudada? ¡Claro que me sucede! Me pasa millones de veces, a veces me suele suceder más de una vez en el mismo día. Otras veces, cuando estoy en la cúspide de mi autoaprendizaje, me sucede con menos frecuencia. ¿Qué como lo manejo? Intento aprender… pero si, es sólo un intento. Entre las cosas que pienso, es que yo también le debo de estar fallando a alguien. Que alguien por allí debe estar esperando otra actitud mía y yo no se la doy. No porque no quiera, no porque no la tenga, sino simplemente porque no me doy cuenta. Y entonces, vuelvo al punto de partida y me cuestiono si esa persona de la que espero “tanto” no será que no quiere dar sino que no se da cuenta. Aclaro que esto no significa que todo esté bien y que suceda lo que suceda así será por siempre, significa que yo simplemente seguiré dando (mucho o poco) como hasta ahora y que hace tiempo que comencé a recibir lo que me dan con la misma alegría y sin medir si es más o es menos de lo que di…

Vero

sábado, junio 03, 2006

La palabra

La palabra escrita, oída, hablada, pensada, anhelada....

Tiene el poder de transportarnos, de llevarnos y traernos, de dejarnos, de recogernos...

La palabra tiene la posibilidad de enseñarnos, de darnos, de quitarnos....

La palabra nos enfría, nos calienta, nos apacigua, nos iracunda....

La palabra es enunciativa, imperativa, atributiva....

Ella nos guía, nos pierde, a ella la odiamos, a ella la amamos, a veces nos aferramos a ella....

La palabra es perfecta, es pura; la palabra tiene vida propia, sólo ordena y cumplimos.... a veces lastima, otras veces alivia, en ocasiones no se deja ver, sólo sentir...

En fin, la palabra es bella, es única; muchas veces no necesita ser pronunciada para causar efectos....

La palabra es amiga de la risa, del llanto, de una mirada, de un gesto...
la palabra ordena al cuerpo dar un abrazo y así reaccionamos;
es amiga del silencio de la soledad, de las ansias, de la serenidad, de la fantasía, de la ilusión,
compañera de la realidad y ama la ficción...

La palabra te viste, te desviste, la palabra te hace y le haces el amor; la palabra es inocente, consciente...

La palabra...

(Sin pertenecerme, me place compartirlo con ustedes...

Vero)


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